Caminando solo...
Cuando hasta la obscuridad y la helada parece escurrirse de tus dedos te das cuenta que estas solo.
Una vez creí escuchar la frase:`` solo en comunidad´´ , mi sentimiento de perdición se agranda cada vez mas en ese agujero negro que solemos a llamar alma, y tiendo a descubrirme desprotejido, y con un aire de cinismo y me pregunto si estoy realmente cuerdo.
Lo cierto es que la jugada más simple me descubre indefenso ante un lugar donde mis sentimientos son demasiado extravagantes para este mundo adormecido por la abulia de su porvenir. No es una traición, ni mucho menos, sin embargo, yo la siento y la vivo como tal.
El dolor ante lo imperceptible a tus ojos es lo que me llena de angustia... el frío se apodera de mí.
¿Nunca se preguntaron como se ve el frío? Aquel lobo bípedo con gabardina, sombrero y unos gélidos ojos azules tiende a ser a diario, mi frío; aveces dejo que penetre mi piel, hasta los huesos, dejo que forme parte de mi ser y suelo permitirle jugar con mi mente, hasta que enloquezco y mi razón no para de buscarle sentido al terrible dolor que albergan mis entrañas.
Excede los limites de la razón, no es justo que nuestro pensar deje salir de lo mas surreal del inconsciente y envuelva nuestras penas con un manto de ignorancia.
¿Por que dibagamos? ¿Es en realidad otra de esas malditas jugarretas de nuestro cerebro para que no sepamos por que sufrimos realmente? ¿Será el frío que describo un sentir amorfo que oculta algo detrás de su siniestro rostro animal?
Temo que estas preguntas se respondan... por eso me dejo llevar nuevamente por la helada, mis tripas, poco a poco, y a medida que escribo, se van volviendo cada vez mas pequeñas, se retuercen del dolor que no pueden expresar, nada mas y nada menos, que con un insignificante intento de ensayo.
Puede que sea insano seguir peleando contra nuestros propios sentimientos. Quizas sea parte de lo que debemos vivir, ¿por qué se nace con la fragilidad de que una simple palabra te deje sin sueño?...un ser sin sentimientos debería haber tomado cortas en mi asunto, y cerrado la puerta por la que entran las flechas que día a día desgarran lo poco que queda de mí.
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